Hubo un momento en la vida en que comprendí que uno elige que pensamientos
siembra en su mente, y que esos pensamientos al instalarse dentro de nosotros
nos abren las posibilidades de experimentar ciertos sentimientos; y nosotros
elegimos que sentimientos de entre todas esas posibilidades podemos
experimentar en ese momento; y además que actitud tomar ante estos pensamientos
y sentimientos.
Tal vez parezca muy complicado; pero si por ejemplo elijo pensar que estoy
muy descuidada en mi imagen personal, y siembro ese pensamiento en mi mente; le
estoy abriendo la puerta a sentimientos tan variados como vergüenza, rechazo,
apatía, etc. Ante estos sentimientos puedo tomar tres diferentes caminos ¿Me
quejaré de mi aspecto ad infintum? ¿Aceptaré mi aspecto y seré feliz con él?
¿Aceptaré mi aspecto y me propondré hacer lo necesario para, a partir de este
momento mejorarlo?
Imaginando que elegimos la tercera opción esto puede dar paso a los
sentimientos derivados de un propósito de cambio, y puedo pasar a sentir una
voluntad férrea, acompañada de necesidad de perseverancia y determinación, y
digamos que esas sensaciones y propósitos se transforman en actitudes concretas
como bañarme más a menudo, cambiar de peinado, ir con un doctor o un nutricionista,
practicar ejercicio o incluso combinar mejor mi ropa.
Espero que este ejemplo haya ilustrado lo que quiero decir, podremos al
leerlo imaginarnos paso por paso cada uno de los estadíos luego de sembrar la
idea y dependiendo de cada uno hacer todo el recorrido nos tomará entre unos
cuantos minutos hasta tal vez un mes.
En todas nuestras relaciones pasa lo mismo: elijo pensar que este chico me
miró feo (Tal vez el chico simplemente tenía migraña o le dolía algo, o estaba
molesto por otras circunstancias), elijo sentir rechazo hacia el chicho, y ni
me he dado cuenta y ya lo estoy mirando feo yo también. ¿Cuántas veces suceden
esas cosas en nuestro día a día?
A veces suceden tan rápido que ni siquiera somos conscientes de eso hasta
que nuestras relaciones ya están bastante deterioradas; nuestras emociones
desbocadas, no nos permiten tomar las decisiones adecuadas y terminamos
haciendo daño tanto a nosotros mismos como a quienes nos rodean.
Esto surge en gran medida de la falta de conocimiento de nosotros mismos, de
nuestro ser, de nuestro proceso de sembrar ideas, sentimientos, y acciones.
Mediante la meditación podemos conocer estos aspectos tan íntimos de nuestra
personalidad conocer a qué responden estos aspectos; podemos aceptar que están
ahí y que solo depende de nosotros mismos aceptarlos y mediante esta auto-aceptación
elegir qué cambios queremos hacer en nosotros mismos. Mediante el conocimiento
de nosotros mismos podemos determinar qué emociones nos dañan y dañan a nuestro
entorno y trabajar en su regulación.
Para profundizar más sobre estos aspectos de la meditación los esperamos en
el siguiente taller: